Eficacia vs eficiencia: integración de la gestión y la odontología digital en un modelo de práctica slow

Publicado en15/03/2021

La actual tendencia de la vida, de la odontología y de la creciente corriente digital nos empuja a hacerlo todo mejor pero también más rápido. Y eso es sin duda estupendo, mientras no suponga aumentar la presión, los sobrecostes y el riesgo de hacer sostenible la excelencia.

No es conveniente olvidar que la excelencia debe ser rentable para mantenerla en el tiempo y debe ser también satisfactoria para disfrutarla.

La organización y la gestión profesional marcan la pauta del rendimiento de un profesional y de la capacidad productiva de la clínica dental. No son pocos los profesionales que, al revisar su agenda, en lugar de sentir tranquilidad, se ven invadidos por la ansiedad y el temor de no contar con el tiempo suficiente para poder acometer todas las citas fijadas. Este es el mejor ejemplo cuando la gestión del tiempo y la agenda clínica no son eficientes, y se impone la necesidad de un cambio.

Las prisas y la falta de tiempo durante la actividad profesional son una amenaza para el equilibrio que puede convertir a un profesional en un simple “ejecutor”. No podemos olvidar que, ante todo, los dentistas somos “pensadores” que hacemos de nuestras decisiones la base de nuestra posterior ejecución. Invertir tiempo en pensar bien antes que ejecutar es mucho más productivo y más eficiente a todos los niveles.

La odontología digital está también revolucionando la forma en la que realizamos nuestros tratamientos, permitiéndonos reducir el número de citas en un plan de tratamiento, disminuir la duración de cada visita o acelerar los plazos de ejecución.

Son cada vez más frecuentes las evidencias de cómo la tecnología digital gana terreno en la odontología. La planificación de casos con simuladores informáticos, la radiología digital, la odontología guiada, el diseño digital de sonrisas, el uso de escáneres intraorales y de equipamiento CAD-CAM son ejemplos evidentes. Pero también es cierto que el desarrollo tecnológico es más veloz que la capacidad de implementación en la práctica diaria e incluso que la investigación científica que evidencie sus beneficios.

La tecnología no deja de ser un potenciador de nuestro estilo de práctica profesional. La introducción de flujos digitales a una clínica caótica no resolverá el caos, de la misma forma que una clínica bien organizada sin flujos digitales tampoco podrá acelerar más aún sus procesos.

En este artículo, no pondremos el foco en los aspectos técnicos del tratamiento ni en la tecnología digital empleada. Documentamos un caso clínico para evidenciar como la correcta planificación de un caso y la buena gestión son la base para aprovechar los flujos digitales y para conseguir un resultado lo más eficiente y excelente posible.

 

QUINTESSENCE VOLUMEN 8, NÚMERO 8, 2020

 

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